Estos últimos siete días
me han golpeado fuertemente
en la cara y el corazón,
haciendo un cortometraje
en blanco y negro
de mis años veintes.
Mis más preciados años
que en pocas horas
tocaran para siempre
el pasado.
Estos recuerdos me han envuelto
en el instante preciso
que le di la vuelta a mi vida.
Todas esas cosas
que me gustaron,
las que faltaron
porque nunca pasaron
incluso cuando el corazón
mantenía las puertas abiertas;
las que logré y no valore;
las que quedaron que aunque
la tormenta sea fuerte,
siguen aquí
llenas de polvo y olvido;
las que no logro olvidar
aún riéndome de ellas,
se desgastan sobre mi cuerpo
en sus años cenizos y mudos;
la loca que sigue aquí
desde el 22 de Marzo del 94
que por nombre lleva Soledad;
y todas esas cosas bonitas
de la vida,
tan bonita la vida
que intento regalarles a mi
futura generación en mis cuadernos.
Pronto se irán mis veintes,
se hundirán al fondo del mar,
se marcharan...
Y ya no volverán.