El amor toca lo eterno
en las hojas y los conos
del árbol que pone tonos
a lo blanco del invierno.
Guarda alumbramiento tierno
en la creencia cristiana.
De una barba blanca emana
toda la dicha infantil
y entre guiños, un candil,
luz de mazorca desgrana.
Subyuga la navidad
con su magia de colores;
tiempo donde los sensores
mutilan toda verdad.
Un toque de brevedad
aminora las tristezas.
Los pobres con sus riquezas
comparten comida escasa,
colman de lujos la casa
los ricos con sus pobrezas.
¡Qué triste la navidad,
cuando se congela el día
y un paro de economía
calla la felicidad!
¡Qué falsa la caridad
cuando apaga las guirnaldas!
¡Qué serias las esmeraldas,
del árbol, cuando la lumbre
niega un milagro que alumbre
el sudor de las espaldas!