Sé que te extraña mi llamado,
quedamos de vernos el sábado
y me contarías lo de tu cita
con tu nuevo ser amado.
Siempre me cuentas
de tus amores y desamores,
siempre vienes con el corazón
lastimado y sangrado
y yo te doy un pañuelo
para limpiarlo y ungüento
con mis palabras para sanarlo.
Buscas el amor por todos lados,
estás envuelta en una enorme ceguera,
¡Sí, no me mires de esa manera!
¡No hables por favor, no digas nada!
si lo haces, no me atreveré
a decirte lo que pasa:
que sufro, que lloro en silencio
con tu dolor desesperado,
que te amo desde siempre
y tú nunca me has notado
¡Por eso te he citado!
Sé que te lo tenía que decir,
antes que estas palabras,
siguieran atravesadas en mi garganta.
Tenía que decirte que te quiero,
aunque tú no sientas lo mismo,
aunque para ti sea solamente un amigo.
¡Te quiero, te amo!
¡Ya lo dije!
-¡Papá, papá!
¿Qué haces hablando frente al espejo?
-Nada hija, aquí practicando un discurso.
Alma Erótica
José Luis Agurto Zepeda
Managua, Nicaragua
23 de diciembre 2016