Alberto Escobar

Torre de Marfil

 

 

Todo depende...
Lo que veo puedo verlo como me venga en gana...
Lo único verdadero es que respiro, como, río,
pienso...

 

Lo que conjuga estos verbos reside entre
dendritas...
El pensamiento es moldeable, puedo pensar que
el verde no es verde, es la suma del azul y el
amarillo, y por tanto depende del tono, de la luz
que incide en ellos, del ángulo con que mis pupilas
enfilen su visión, etc, etc...

Todo esto viene a que me siento desterrado en una
torre de marfil. Vivo mi condena con las alas
atrofiadas, para que quepan entre estas cuatro
paredes.

Las separo de mi lomo para prenderlas a las sienes.
Me visto de Hermes inverso para desparramar
mensajes.


Quiero que el primero de ellos vaya a los que
imponen su criterio a los que se dignan en su
camino acompañarle.

 

Aquellos que ponen condiciones al otro como si él
mismo estuviera libre de pecado.


Aquellos que siendo mortales aspiran a instalarse en
el cielo en amor y compaña de ángeles imposibles.
El segundo mensaje va para ti caminante.
Si eres conejo no renuncies a saltar, no puedes
evitarlo.


Salta aunque te encierrren en corral de comedias.
Recuerda que ningún ser humano debe desafiar a los
dioses, no sea que la torre de marfil se convierta en
Babel de discordia.

 

Sé tú, el mejor tú. La Navidad te invita a ello.