RÍOS DE GRANA
A MIS LEALES AMIGOS.
Igual que bálsamo tiendes, muy generoso, tus brazos,
y haces un apostolado, de tu vida, diamantina;
eres tan universal, que tienes muchos regazos:
¡a servir siempre, dispuesto, cual curable medicina!
Se queda corto mi verso, para nombrar tus virtudes,
y estoy seguro que nunca, te interesa, a cambio nada;
sin importar los reveses, a la cita presto acudes:
¡llevas izada en el pecho, la bondad, con luz bordada!
Esta sed devoradora, de poesía, en las venas,
con las letras hace remos, surcando ríos de grana;
va bullendo, cantarina, formando alegres colmenas:
¡que en las sílabas destilan, la pura miel del nirvana!
Es la cita inaplazable, del bardo, en buena aquiescencia...
con todos los elementos, existentes en la tierra;
suprema estación se acerca, y empieza la florescencia:
¡que se cuelga, entre las rimas, en un vuelo que no yerra!
La primavera se instala, generosa, aquí en mi pecho,
y el polen, cual filigrana, con precisión teje versos...
que de paso, por el alma, trazado dejan un lecho:
¡donde mi ser se recuesta, mecido, en fonemas tersos!
La pluma está en el cenit, bañada, con luz celeste...
avanza, cual lanza en ristre, cazando estrellas fugaces;
el astro rey, la saluda, temprano, allá por el este,
y muy quedito, le dice: ¡conmigo, quiero, te abraces!
Tener amigos leales, como tú, que gran fortuna...
sumada lleva, a su haber, afortunado el poeta;
en vez de hacer soliloquios, distraído, con la luna,
con fuerza, el estro, proclamaba: ¡que a ti el juglar te respeta!
JAIME IGNACIO JARAMILLO CORRALES
Condorandino