Al otro lado de la cama, con su cuerpo recostado hacia al lado izquierdo, sus lentes asentados sobre la mesita de noche, justo a lado del cenicero con cigarro y medio consumiéndose lentamente mientras mis dedos se enredaban en su cabello azabache…
.. Al otro lado de la cama se encontraban 4 años de lamentos y tristezas al fin absueltos, 1,186 noches de pesadillas tormentosas e insoportables que terminaban en lágrimas amargas empapando mi almohada al fin derrotadas , miles de tazas de café por las mañanas y las noches, amargo, sin azúcar, como a él siempre le gustó. No estaba segura si era real el hecho de que estuviera a mi lado o ya mi mente deliraba debido a trasnochar durante tanto tiempo. Extendí mi mano hacia su espalda y con mis dedos recorrí cada rincón de ella similar a una caminata en la playa, percatándome así de que no era producto de mi delirio, era real, tan real que dolía.
Me encontraba conmocionada , no creía posible que aquellas piezas tiradas en la alacena ya no las necesitara ya que justo a lado mío se encontraba lo que por años busqué en paradas del colectivo, donde la gente siempre era rebosante y era ese el motivo perfecto para buscarte en cada uno de aquellos rostros ajenos, sin suerte regresaba al punto de partida, aquel que solíamos frecuentar tomados de la mano hablando de cosas al azar y sin sentido, pero nunca coincidimos, quizá ya no te gustaba el café que servían o tal vez el hecho de toparte conmigo te impedía abrir aquella puerta.
Al otro lado de la cama estabas tú, ese vicio al que nunca pude renunciar por más fuerza de voluntad que pusiera, la despedida mas dura y la mas eterna ausencia. Al otro lado, recostado, durmiendo, conmigo prendida de tu espalda, estabas tú, nosotros, en espera de las 6 de la mañana para calentar el agua y preparar café, sin azúcar, amargo, como siempre te ha gustado..