Caminando por la vereda, en una tibia tarde de verano, disfrutando de la suave brisa, y de la imagen de fantasía que me muestran tus cabellos al viento, adornando tu hermosa sonrisa, mi corazón va cantando y mi alma disfrutando de singular compañía. En eso te detienes, y, mirándome coqueta, me preguntas:
— ¿Cuál es tu sueño máximo, poeta?
Tu mirada es de una niña traviesa, que me invita a volar hacia las estrellas. La calidez de tus manos tersas, el latir de tu pulso en las venas, el pequeño temblor de tu piel entera, me llevan a un mágico mundo, donde el amor y los ensueños imperan...
Suspiro profundamente, y mi mente vuela: «Mis sueños, mis sueños... »
Soy un soñador desde que tengo razón de mi existencia. Siempre soñé con encontrar a mi princesa. Soñé con viajar a lugares de ensueño, soñé con dormir al aire libre, bajo las estrellas. Soñé que disfrutaba de una buena lectura, bajo un árbol, a la orilla de un lago o de las playas en la arena. Soñé que surcaba mares y caudalosos ríos, y que conquistaba alturas en majestuosas montañas. Soñé que jugaba a ser Dios, arrebatando de las garras de la muerte a personas enfermas. Incluso soñé con estar en una guerra. Soñé con ser poeta, y convertir mis pensamientos en versos o musicales letras. Soñé con caminar a tu lado, mi princesa, y contarte todos mis sueños, y compartir contigo mis letras...
Mas ahora me doy cuenta, que ya he realizado mis sueños que alguna vez tuviera, y que si bien es cierto, hay mucho camino por delante, siempre estaré feliz, por tenerte a mi lado cerca.
Me acerco a tu lado, te tomo de las manos, y sonriendo como siempre, te digo:
— Mi máximo sueño, mi princesa amada, es que sigas a mi lado, y que juntos soñemos todo de nuevo...