Tus ojos son como dos armas
que revolotean sobre mi pecho
y como el fuego queman en mí
lo que yacía en ausencia de tu eco.
***
Que se escuche siempre la misma
canción, de melodía monótona y triste,
es por triste más abrumador
que por el hastío en el que se viste.
***
Mi corazón,
ayer forjado por pasiones,
hoy yace entre dos rayos que
alimentan tu tormenta y mis temores.
***
La pena me hará eterna
si las lágrimas sobre mi rostro
asustan a la muerte y me ahuyentan
a mí misma de mi prolija esencia.
***
En ti soy un verso roto,
el poema vacío de tantas noches
callado, el aire encallado en una tierra
más desierta por necia que por noes.
***
Suena el silencio ahogarme en su rumor,
y nota que de mí no sale nada
sino el suspiro que colma en el vaso
otro intento de último adiós.
***
Forzarme de nuevo a borrar
tu imborrable recuerdo
es tan imposible como llevar
el quimérico olvido a mis adentros.
***
Y dentro de mí es donde habita
el rubor de un oscuro llanto
como oscuros persisten mis días mientras
esquivas al sentimiento inacabado.
***
Cantará otro vals bajo la lluvia
los acordes de un piano mudo
cuando tu voz lo calla
harta y no de su prendada música.
***
Pero si el sol anida otra vez sobre la lira,
recuerda que mis palabras
seguirán acariciando el beso de tu risa
aunque no pronuncie la enamorada.