Murió don Raúl Rene,
quien no era bueno ni malo,
él mismo empuño su arma,
que gatilláron mil manos.
En el cementerio viejo
le puso él fin a sus pasos,
cuando lo encontraron muerto,
llevaba muerto unos años.
Le habían matado el alma
palabras llenas de engaño,
y al ver muertas sus verdades,
se ahogo con su propio llanto.
Murió don Raúl Rene,
que no era bueno ni malo.
¡Hay, pobre mi pueblo! ¡Pobre!
Que se mantuvo callado.