Hay dolores, que al estar en calma,
Te revelan que en la profundidad del alma,
Existe un vacío que nada reflejó;
Donde nada grita por temor al eco
O por no escuchar el latido hueco
De lo que alguna vez en el pecho existió.
No lo sé.
Tal vez sea lo uno, tal vez sean los dos.
Tal vez sea una duda que no sabe ni dios.
En muchas ocasiones jugué a las escondidas
Ocultando mis heridas y mi dolor.
Pero al dejarte recorrer mi vida
Tus manos dieron con ellas… y las curó.
Adiós, les dije desde entonces, adiós,
Hoy ella está conmigo, no hace falta dios,
No hacen falta más milagros, si hoy ya tengo dos.
Tus manos.