Hay quien no vuelve a aquel lugar vacío,
por que el silencio pesa mas que la soledad;
ya no hay calor de brazos, solo frío,
que al final se vuelve enfermedad.
Hay quien quisiera calcinar en fuego,
todo recuerdo del amor ingrato,
de alguien que tomó el amor por juego,
para divertirse solo un rato.
La soledad que es por muerte,
es mas dulce que la soledad por la traición,
pues se debe a un corazón inerte,
pero fue pura la ilusión.
Más no es el caso del abandono infiel,
que traicionó aquel juramento eterno:
De mantenerse para siempre fiel,
e introdujo en el hogar, eterno invierno...
Autor:Bernardo Arzate