Te veo apenas al borde del mar
celoso de sus aguas
que te tocan subiendo
de a poco, cada vez más.
Por tus piernas, sube hasta la cadera
el mar lujurioso, te roba el cuerpo
con la cadencia de las olas.
A contraluz, hermosa dejas hacer
ríes al viento tu alegría
y el mar sigue abrazandote.
Y yo aquí sentado, mirándote reir
con mis manos, apretadas en la arena
deseando ser agua, ser mar
poseerte sin pecado y que te rías
por mi, el cielo y el viento en tu piel
que esos labios me beban
y los ojos, apenas abiertos
como soles, fugandose en el mar...
Ese mar, que te tiene, lento
abrazando tu cadera...