Pasa la vista ausente de memoria,
escuchando una tímida voz divina/
su leve rostro sobre el pecho inclina,
acelerando el dolor; su agonía.
No viste sus pétalos de alegría,
la tersura de su piel no germina/
es la tarde desierto que camina,
y marchita vida que florecía.
Al mirar la esencia que te desviste,
vuelvo los ojos al poniente triste/
y el rojo tiñe alas de mariposa.
Más entre la bruma gris se asoma,
el álgido vuelo de una paloma/
y temblorosa se mece la rosa.