Me despido perdido,
Abandonado por tus belfos,
Tus ojos fueron luz diáfana, en el camino,
De tu sinfonía poética y amarga.
Esclavo del clavel que adorno el brillo,
Efímero de tus ocelos.
La noche de plenilunio con su aroma sándalo
Abrió mi mente a un juramento eterno,
Juré que mis labios sellarían su cáliz
A tu bergamota piel, el dulce néctar
De tus labios embalsarían el dolor
E inmortal seria.
Pero numen mío,
Sé que por mi alma No vivías,
No me amarías aunque diese la vida misma
Y me despido ebrio de almíbar que únicamente tuyo será.