Nadie sabe para quién trabaja o por lo menos, hasta qué punto llegará la historia una vez abierta la caja; Pandora no engaña ni arroja falacias, por suerte o desgracia, es mejor no saber lo que no pasa, cómo sería la vida después de accionada la alarma; las formas del karma, vivencia, palabras que unen y distancian, pero en eso estriba la magia, la sapiencia de esa nostalgia, el aceptar y convivir con lo que nos toca, aquella logia que genera o no la instancia, la lejanía de su boca; me ataca la idea de pensarla, entender los hechos como una baraja, destino: coincidencia abstracta que no siempre depende de alguien, de algo, es lo que se dice en poemas y lo que se calla en un trago, lo que se siente de un solo lado, cuando se ahogan los sentidos, el momento en que dudamos, nos perdemos en el vilo de encontrar lo que no hemos buscado, connotativo contexto que en grados por un motivo converso y cognado. A veces aludo al pasado y converso conmigo de lo que puede pasar, navego a la par del mar y la sal, navego, me alejo, me dejo llevar con la esperanza en el tiempo como flor de cerezo, con colosal argumento base del suceso, un expreso sentimiento que no todo lo expresa y comienza el descenso; descanso bajo la sombra de un árbol mientras pienso en dejarme los nervios, la sangre que en cuerpo derrama bosquejos, recoge silencios, descanso y me duermo, descanso y no es cierto.