ECOS DEL CORAZÓN
Oigo en mi corazón,
En son atormentado y gemebundo,
En triste desazón,
La pena de este mundo
Anegado en el pozo más profundo.
Llorando por sus muertos;
Tierras y hombres de equivalente suerte,
De finales cruentos,
Oh! sentimiento inerte,
Del que subsiste, a la lejana muerte.
Y se despierta mi alma
Con su gemido, triste melodía
Ladrona de mi calma,
Reviviendo una orgía
De sentimientos en cruel porfía.
Se me clavan tus ojos,
Ojos de niño con mirada de hambre,
Y crecen mis sonrojos,
Me descarga un calambre
Tu triste aspecto de niño miñambre.
Veo espectros vivientes
Buscando entre escombros a sus muertos,
Y espumas rugientes
Que, desde mar abierto,
Devuelven a la playa cuerpos yertos.
Y de nuevo, mi entraña
Se conmueve, se rasga, se rebela,
Que, aun siendo muerte extraña,
Me deja su secuela
Al abrir del dolor su cruel cancela.
Y entonces pienso en Dios,
Ese Padre que a todos nos protege (¿?).
¿Por qué tanto dolor?
Le pido que me aleje
De pensamientos propios de un hereje.
¿Estará Él distraído?
No entiendo su camino inescrutable.
¿Por qué el más desvalido?
¿Por qué no usa su sable
En poderosos de conciencia deleznable?
Noviembre de 2016
Jose Cruz Sainz Alvarez