Faltan manos limpias,
manos abiertas, manos blancas,
que recojan en pedazos
los escombros del alma.
Faltan pies dispuestos
y hombros amplios,
para llevar la carga
del cojo y el cansado.
Faltan ojos que vean
el corazón herido
y oídos que escuchen los lamentos
de inocentes que sangran
por los designios de una espada.
Falta una llave mágica
capaz de abrir una sonrisa
y una palanca que mueva
lenguas y gargantas oxidadas,
para decir: Paz,
que nos hace tanta falta.
Tal vez, estamos escasos
de seres humanos.
La fe y el amor
han escapado por las grietas.
Nos Sobra indiferencia.
y ni siquiera
nos hemos dado cuenta.