Le llegó la hora al año,
la noche vendrá por él;
lo sabemos por su canicie,
porque sus ojos ya se apagan.
No sé si recogerá para sí la olas,
si un ventarrón murmurará en su boca,
pero ya está por ceder.
Ya se nos muere el año, su claror;
tal vez la lluvia le llore
o las estrellas le otorguen homenaje.