Es hora de regresar a la roca quebrada
a las ruinas y al mástil astillado,
al beso perdido en una noche
y al llanto que hace vivir en el silencio.
Es hora de acercarnos a lo muerto
a las sombras vestidas de cielo,
a las manos ocultas por la ropa,
al deseo evaporado en un suspiro.
La imagen descubre los pasos ya olvidados,
es el verso helado nacido de la cama,
espiga antes florecida en el desierto de las manos.