Vengo a contarte mi amor querido:
No me lastima tu dardo fiero,
yo te idolatro, mas no me muero
llevo mi pecho de orgullo henchido.
Siento nostalgia, mas yo levanto
todo lo bello que da la vida,
tengo profunda, sangrante herida,
pero te juro que todo aguanto.
Mira mi rostro que está abatido,
son los recuerdos que tú dejaste,
desde la noche que te marchaste
solo dejando mi pobre nido.
Todo lo bello que yo he soñado
sigue tan vivo, sin agonía,
cada momento, de cada día,
viene el olvido de gran aliado.
Pena tan grande que me invadía
fue de mi vida ya desterrada
dentro del alma ya está sembrada
nueva esperanza con lozanía.
Cuando descubras que mi tristeza
nube de gloria la va borrando,
llena de asombro dirás llorando:
¡Pierdo la dicha por mi dureza!
Puedes decirte meditabunda
bellos poemas de amor me hacía;
tarde lo piensas, mi poesía,
musa ya tiene con luz fecunda!
Autor: Aníbal Rodríguez.