Se deshace poco a poco en penumbras,
volviéndose cada vez más y más invisible,
como su propia sombra diluida entre el silencio.
Lo miro como un cetro
tan secreto en mis manos.
Mis labios delatados por el aire,
se humedecen de inquietud
por el tardío invierno que me besa.
Soy la sed que no cesa
transfigurada en labios.
¡Invasión de mis bocas en tu boca!
Penumbra infatigable,
que sigilosamente
culmina entre mis labios,
como el vuelo clandestino
de una mariposa
cegada por el viento,
donde la luz aún traza
las lunas vagamente
deshechas de tu sombra.