A ti Juan Ramón te dedico estas letras que
a tu sombra son solo briznas de sinsentido,
vanos intentos de perfilar lo imposible.
Tu talento.
Quisiera ser Platero que espejea
en tu memoria, que lenifica tu pasión y
muerte en tu viacrucis contra el desánimo.
Quisiera ser bálsamo que remanse
tus aguas turbulentas, tus idas y venidas en
una España contraria a la razón, al hombre.
Anhelo ser solo matiz de tus primeros lirios,
aquellos que quisiste pintar al albur de tus
locas andanzas de colegial onubense.
Moriste siendo el Nefelibata de que avisara
Rubén Darío en sus flechas de admiración.
Despreciaste el Premio Nobel por impropio
a las alturas del sinvivir en que te debatías.
La vida dejaba de merecer tus despertares
sin Zenobia, la que justificaba tu existencia.
A tí Juan Ramón, por tus poemas, que como
pollo sin cabeza galopan por los intersticios
de mi ser.
Gracias por dedicarte a este bendito oficio.