Santiago Miranda

Jazz

Una mano negra, una

mirada oscura de libertades

[perdidas en la siembra de esperanza

añeja por la impotencia de centurias]

siendo esclavos de la tristeza. ahora

arañamos los elementos postergados

 

Acometiendo marejadas

violentas, notas expandiendo el campo-

lenguaje de los entes errantes

de idénticos horizontes

en su repitencia, disponibles

como única condena

-si nada cambia

que cambie el hombre-

 

A la caricia de tu rayo genético

al galope de velocísimos dedos, domina

la moderna técnica destructora de las reglas

ahora, tu subcultura cutánea, provista de canto

y sufrimientos liberados, ahora que rompes

estas cadenas de reglas y comandas el futuro

yo solo escucho desde mi nacimiento solo viento

esperé por tu llegada y desvanecimiento, milenios

ahora comprendo tú razón escindida

 

Es mi cabeza quien adhiere las piezas

a la belleza, es mi corazón fuera del pecho

sin localización concomitante a los remotos

latidos, estructura libre de estructura

sobre nuestros pálidos refugios de muerte

remueves estridencia sobre estridencia, cincelando

los bozales de inercia a punta de bronces-martillazos

y desde roncos-contrabajos a los altos-cuernos

enemigos de atalayas vigilantes, se cuece debajo

del orden dominante, una vírica sangre

que es llama y lumbre, al tiempo incombustible.

 

El sincopado canto del origen