Era un lunes muy especial, tal vez porque había amanecido con lluvia y muy destemplado, lo que se dice...”un día de perros”
Por supuesto que eso ayudó a incrementar de por sí mi lamentable estado de ánimo, el panorama no era precisamente el mejor.
Por otro lado debemos tener en cuenta que lo que me pasaba no era algo único, puesto que había muchos millones de
personas, que por culpa de la situación imperante en ese momento, estaban en las mismas condiciones.
Pero que injusto era todo eso, no había ningún derecho a tener que transitar por circunstancias tan difíciles, cuando se ha conocido el otro rostro de un país, en el cual a pesar de los grises y los negros, hemos tenido tiempos de colores disfrutados a pleno.
Cuentan los vecinos que me vieron cerrar la puerta de mi casa y caminar cabizbajo hacia la vereda de enfrente, recién cuando levanté mi mirada notaron el peso cruel de mi tristeza...dicen que era como una máscara de dolor.
La situación era tal que se imponía de mi parte una sincera confesión, porque mis sentimientos eran tales, que necesitaba aglutinarlos y apuntar a una salida cualquiera...¡PERO YA!.
.Fue cuando en un gesto de hastío o tal vez de bronca, con un grito ronco le pedí al cielo que se corriera y me hiciera un lugarcito, para que volando hacia allí, mi soledad y esta angustia mía le pueda preguntar al creador: ¿DÓNDE ESTÁN LOS POCOS MOMENTOS FELICES QUE PASÉ?.
Tengo el presentimiento que si esto se pudiese hacer, esta sería la vencida, haré añicos este pasado lleno de baches, me parece estar viendo que la tormenta huye ante el empuje de un arco iris esperanzador, que habla solamente de un venturoso porvenir, me guste o no, tengo aún un poquito de optimismo del cual aferrarme.
¿Y por que no se puede dar? SI LAS CUENTAS LAS HE SALDADO TODAS.
Tengo un cofre lleno de caricias y un baúl hasta el tope de amores en desuso, ¿para que pueden servir?, ¿para escribir una nueva historia, o quizá una retrospectiva de lo que no debo hacer más?.
¿Acaso la vida no es un compendio de esfuerzos y sacrificios?, los más de ellos hechos contra nuestra voluntad, anteponiéndose a los principios y convicciones que podamos tener.
También tenemos que aceptar que la sociedad nos pida cuentas de nuestros actos, irguiéndose ella en sacrosanta defensora de nuestra moral, debiendo tolerar que nos indique que es lo que está mal y las cosas que hicimos bien, mostrando una hipocresía digna de mejor causa.
Y la pregunta del millón sigue siendo la misma: ¿VALIÓ LA PENA TODO ESTE DESPLIEGUE DE ESFUERZOS?.
Viendo como el invierno me había invadido el alma, desorientado y sin rumbo puse primera a mi pobre ser, repeché la cuesta y me dispuse a partir, ¿hacia donde?, a cualquier lugar, con tal de mover las aguas.
Y siempre esperando que pase algo, total...¡NO ME ESTÁ ESPERANDO NADIE!.
Boris Gold
(simplemente…un poeta)