Lolaila

Ocaso.

Los rayos de la mañana al albor primero,
se posan sobre la escarcha,
de las lágrimas doradas,
que la luna ya escondida,
posó anoche en mi pecho.
Y retornan a este cuerpo,
que muere con las estrellas,
resucitan los colores,
que se apagan con el día.
Vuelven a brillar las hojas,
el campo es alegría,
escucha el canto del ave,
volando su algarabía.
El mediodía estremece,
con el calor que acompaña,
a este sol me abrazo fuerte,
su calor es mi esperanza.
Pero mis dedos no pueden,
retenerlo en mis horas,
se van yendo de mis manos,
y el ocaso lo devora.
De nuevo la fría luna,
llora sobre mí, recuerdos,
se congelan en mi frente,
y mi corazón cansado,
se duerme sobre la sal,
saboreando el momento.

Dolores Egea ( Lolaila)