- ¡Puedo volar, puedo volar! Dijo la mariposa en el jardín
- ¡Yo también! contestó el pajarito que estaba próximo a ella -
- Tú naciste con alas y nada tiene de raro que volaras -
- Eso no tiene nada que ver, la travesía de mi primer vuelo fue más arriesgada que la tuya.
La mariposa calló, y ambos siguieron volando.
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Autor: Alejandro J. Díaz Valero
Maracaibo, Venezuela