Puedes alimentar tu léxico, cosechar ignorados pensamientos, replantearte nuevas interrogantes, ampliar horizontes, emprender un viaje con la ayuda de estos; pudiendo encallar en algún puerto, donde rompan las olas y permanezcan quietas en la orilla porque el juego terminó, mientras las caracolas murmullan avergonzadas sobre el comportamiento pecaminoso de un cúmulo prendado.
Y sí abusas de los libros…
Puedes encontrar relatos pasionales, deseos corrompidos, amoríos pasajeros, historias que aviven el fuego, la justa poesía para enamorar e incentivar una conquista, finales rosados y melancólicos; cautivarte o guarecer entre capítulos llenos de sensualidad que perturban conciencias con gritos de erotismo.
Y sí abusas de los libros…
Puedes degustar una humeante taza de café en un pequeño rincón, arropada por la tranquilidad, seducida por la soledad y secundada por la vehemencia de un silencio compasivo y combatiente contra la aglomerada ciudad.
Y sí abusas de los libros…
Puedes narrar cuentos que resguardan la inocencia misma, entre sollozos de cuarto, rabietas interminables, lunas cansadas por tu mala entonación o cuando los sueños acechan en pijamas y las estrellas tejen constelaciones en el manto negro.
Y sí abusas de los libros…
Puedes leer fantasía, complaciente e imaginativa, olvidas pericias diarias; abre los brazos y te deja ser niño, reposas castaños y navegas por vertientes blancas rumbo a la cascada mágica y descubres destellos para pintar dragones faltos de color; mientras dibujas sonrisas en bocetos; siempre infinita, pues Walt Disney lo sabía.
Y sí abusas de los libros…
Encontrarás tu género favorito, no esperes más, lee, lee, lee y no te detengas; debo confesarte que nunca dejarás de sorprenderte.
Y sí abusas de los libros…
Lola R. Gutiérrez
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