Los dictadores cuando son pequeños
de estatura, se hacen monumentos,
megalíticos, es aprovechar la oportunidad
de pasar a la historia como sujetos míticos.
Los dictadores cuando son de más talla,
beben no para olvidar, si no para
emborracharse de poder de manera total,
y gustan irse al otro mundo, envueltos
en el repugnante olor de un coma etílico,
y una de dos, o ignoran el placer carnal
o les sirven a domicilio, niñas núbiles para desflorar.