Cuando éramos niños
los viejos tenían como treinta,
un charco era un océano,
la muerte lisa y llana
no existía.
Luego cuando muchachos
los viejos eran gente de cuarenta,
un estanque era un océano,
la muerte solamente una palabra.
Ya cuando nos casamos
los ancianos estaban en cincuenta,
un lago era un océano,
la muerte era la muerte de los otros.
Ahora, veteranos
ya le dimos alcance a la verdad,
el océano es por fin océano,
pero la muerte... empieza a ser la nuestra.