Cuando los sueños mueren van dejando un aroma
como de flor marchita y de madera ajada,
cuando los sueños mueren la risa de desploma,
el alma se vacía del sol de tu mirada.
Y en el hueco que antes los sueños ocupaban
van creciendo matojos de ayer y de recuerdo,
se va llenando todo de una informe substancia
que vagamente imita el recuerdo que ha muerto.
Cuando los sueños mueren y muere la esperanza
de convertir en vida lo que era solo anhelo,
se va desdibujando tu querida semblanza
y solo queda un tibio sabor de desconsuelo.
Cuando mueren los sueños del corazón se adueña
la vieja soledad, la fiel indiferencia,
y el fuego se transforma en lámpara pequeña
que apenas ilumina lo oscuro de tu ausencia.
Cuando mueren los sueños hay que cerrar las puertas
de todos los rincones en que viviste un día,
ponerles un cerrojo, tirar las flores muertas
y llenar los jarrones de gris monotonía.