¡Alma! ¡Alma mía!
¿Dónde estás?
Te he escuchado llorar a través de las paredes, de las rendijas de tu ventana.
Alma mía, ¿dónde? No te veo.
He amado a alguien,
te lo he contado sueño tras sueño,
se me ha ido la soledad,
ha llegado a mí un camino de flores... Oh, pero alma mía,
cuando amas no quieres soltar, sin embargo, obsequias alas y das salida a un puente.
Alma mía,
se me cierran los ojos y no es posible ya dormir,
tu me has visto,
llevo las pestañas como si me hubiese sumergido a un lago o como si un río se posase en mis castaños ojos.
Ay, alma mía, las piernas se me retuercen y el dolor parece ser amargo,
la noche me aturde y no me resguarda el viento.
Alma, no logro verte,
he tocado a tu puerta,
tal parece hoy, te has abandonado.
Alma mía, ¿Dónde estás?
He escuchado tu voz, he venido a tu abrazo.
No te veo.