Con el paso del tiempo,
uno se va dando cuenta,
que no todos son pasatiempos,
que las cosas no son lo que aparentan.
Y en ese vaivén de la vida,
donde vemos las cosas de distinta manera,
sufrimos muchas decepciones y caídas,
creyendo llevar la vida más lastimera.
¡Cuántas veces deseamos un pasaje de ida,
a un lugar cualquiera que nos envolviera,
con tal de fugarnos por una falsa salida
que a nuestros problemas absorbiera!
¡Cuántas veces anhelamos tener otra vida…
la de aquel amigo, o un animal cual fuera!
¡Cuántas veces con la esperanza perdida
lloramos, al ver todo aquello que nos rodea!
Y es precisamente ahí, con la esperanza perdida,
que encontramos la luz entre las tinieblas,
bajo la forma de una mano amiga,
quien con sólo su toque, nos renueva las fuerzas;
quien aún en las sombras nos brinda el aliento
para salir adelante con suma entereza
y vencer a su lado cualquier contratiempo
que osase interponerse entre tanta pureza.
La amistad nunca llega a destiempo,
y es de la humanidad la más grande belleza.
Infinitas gracias te doy, por ser mi amigo.