Remándo sobre las olas
que va acariciando el viento
en aguas del Paraná
navegando voy contento.
Está esperando en las islas
para entregarse a mis brazos
aquella que al corazón
me lo enredo en sus cedazos.
Fueron sus ojos carnadas
dejadas como al descuido
en las aguas del amor
que me hallaron distraído.
Desde esa noche es el río
un puente que a la distancia
de sus sueños y los míos
ha aromado de fragancia.
La luna le brinda el brillo
que refleja su mirada
cuando mi boca en un beso
se adormece apasionada.
Encendido queda el cielo
por mil estrellas plateadas
que titilan desde lejos
cual niñas enamoradas.
El alba desde la costa
se despierta sonrosada
cuando se asoma en el rancho
y me contempla en su almohada.