El conde de Uixó, empalador de turistas.
Las turistas que visitaban las cuevas de Vall d´Uixó, y a los que siempre dejaba el autocar en el mismo lugar. Las cuevas de San José, con su diminuta acrópolis íbera a medio desenterrar sobre su monte pardo lleno de chumberas fantasmales debido a que sufrían una plaga lanzada desde la generalitat valenciana por molestar estas plantas a la vista a los paseos de los turistas. Los mismos que al llegar a vall d´uixo siempre preguntaban cuando veían algún nativo, si había conocido al conde de Uixó.
Los empalamientos del conde se hicieron famosos en todo el mundo. Convirtiéndose en noticia viral a la vez que en leyenda, pues había elementos incomprensibles necesarios para forjar la leyenda. Tan incomprensibles como si de verdad había habido empalamientos de turistas. Programas sensacionalistas como espejo publico, donde incluso llegaron a invitar a unos chinos que afirmaban haber escapado de ser empalados en medio de la selva por un ser terrible y autoritario, daba voz y testimonio a la leyenda que iba creciendo y despertando interés por el empalador de turistas de vall d´uixo y los motivos que le llevaban a empalar.
Aunque nadie comprendía bien los hechos, y si eran verdaderamente ciertos, nadie en vall d´uixo quería hablar de si había ocurrido o no, sin embargo el pueblo si se posiciono a la hora de decidir que había hecho bien el conde. Había muchos vecinos que estaban a favor y otros en contra de los empalamientos de turistas.
Sobre la biografía del Conde se conocía perfectamente.
Era nieto de empresarios del zapato que progresaron de tal modo en el fascismo ,que llegaron a poseer la fabrica de zapatos más grande del mundo de fabricación de calzado. La familia del conde controlaba no solo la vida económica del municipio, sino la moral y la política. Cualquier falta de un trabajador era castigada por el abuelo del conde en sus famosos pelotones de castigo, donde el sentenciado hacia los trabajos más duros y humillantes durante el tiempo que durara la sanción, y sin salario.
La cuidad de este modo prospero, convirtiéndose en la ciudad más industrial de toda la provincia.
Sin embargo, la paz, el orden y el bien, no duran siempre. Los tiempos iban a cambiar de modo brusco y violento cuando nació el conde de Uixó en 1975. Murió el caudillo, que era incluso más poderoso que los abuelos del conde. Llegó la democracia, con ella libertad, la estupidez, y los derechos humanos, y el de los trabajadores que acabaron con la fabrica.
El pueblo empezó poco a poco pese a ese clima de libertad a hundirse.
Los partido políticos democráticos, pronto de cansaron de la libertad, se hicieron conservadores y dejaron que decidieran los empresarios.
El joven conde de uixó ya no iba a ser lo que su padre ni su abuelo.
Heredó una pequeña fabrica de zapatos, a varios kilómetros de la que antaño tuviera su familia. Una vez se licenció en económica y empresariales, se dedicó a dirigirla.
Todo parecía determinado para que el conde tuviera una vida mediocre y aburrida de hombre de negocios clase media alta, preocupado tan solo por las pequeñas mezquindades de los negocios.
Sin embargo, algo le ocurrió.
Durante la crisis económica , emprendió un viaje de negocios a Rumanía, en la región de Transilvania donde iba a deslocalizar la fabrica. Algo debió ocurrirle en su estancia en transilvania que nunca se ha sabido. No volvió en varios años a valld´uixó. Muchos pensaron que se habría quedado allí para montar la fabrica, pues en las cartas que llegaban a su novia, eso le aseguraba con grandes palabras que presagiaban una vida prospera para la feliz pareja.
“Querida Leo, estoy asombrado de la capacidad de resistencia del trabajador del este. Apenas reciben salario medianamente digno, y llega la asociación de zapateros locales de transilvania exigiéndome por ley que les pague menos. Hasta sus propios sindicatos me lo exigen. Conde págueles menos. Ójala en España hubiera ese espíritu de lealtad con el emprendedor. Estoy deseando volver a España y poner en funcionamiento modelos de trabajo similares a los de aquí”
Tiempo después se pusó que ni siquiera llegó amontar la fabrica. El caso es que al regresar en el nuevo año del 2017 , el conde parecía otro. Su aspecto era el de siempre, pero su piel antaño morena se había vuelto blanca como la luna. Su forma de comportarse era altiva, pero noble. Había en su mirada un brillo duro de justicia. Una justicia que atormentaba. Vestía con capa y sombrero de copa alto y llevaba una fusta de mando igual que la de la alcaldesa, con la que había pedido una reunión.
El conde, al llegar se asombró de ver tanto turismo en el pueblo. Se llevó una impresión muy negativa al ir a almorzar al restaurante de las Grutas, y ver a uno de sus operarios de camarero. Sacando la basura del bar ante unos franceses que tiraban monedas al lago de los deseos y que luego un trabajador municipal recogían y metían en una hucha para ayudar a niños discapacitados.
No tardó en enterarse que el equipo municipal de gobierno apostaba por el turismo como motor del cambio.
Angelillo de Uixó, continuará.