Tu nunca haz querido decirlo
yo nada más me se mi parte
que pasaste sólo un instante
y te quedaste para siempre.
Recuerdo ver para otro lado
que me volví hacia la puerta
en el segundo en que pasaste
y así nació el resto de la vida
Tu breve imagen fue suficiente
Yo nada más vi tus tres pasos
Llevabas un vestido de vuelos
vestido café bailando en el aire.
No dije nada y fui a la puerta
Morena, delgada te vi alejarte
sin idea de lo que había pasado
que te adueñaste de mi alma.
Esas cosas que uno sólo las sabe
mi vida era tuya desde esa tarde
que debía lograr que lo supieras
Buscarte, saber tu vida, tu casa.
Así fuí recogiendo tus datos
Tu nombre, la dirección de tu casa
en qué grado de colegio estabas
Y busqué verte pasar por las tardes.
Acostumbrabas dar una vuelta
y a veces salías a comprar algo
en las horas tibias que el sol baja.
Sol, celajes y tu adornando la tarde
No tenías un día fijo de caminata
Por eso te buscaba en las tardes
y en alguna aparecías iluminando
adornando tu sendero propio.
Fui coleccionando esas tardes
y un día decidí darles fin
a los fríos vacíos de tu ausencia
a buscar que tu alma me encontrara.
Tu estabas en quinto, yo en Generales
con el mismo camino para ir a clases
Te topaba sonriente entre tu amigas
fresca niña, flor linda, feliz, plena.
Se que tu parte es que me viste
deshaciéndome en cada encuentro
enviándote mi alma en la mirada
Y te diste cuenta que yo te pertenecía
Supiste que eras mi reina,
mi dueña, la madre de mi hijo
mi amada en el resto de las tardes
que debías venir por mi
que tu misión era salvarme.
Se que tu parte es que una tarde
encontraste tu mirada con la mía
igual cuando te vi pasar la puerta
y tu alma quedó unida con la mía
Tu nunca haz querido decirlo
como seguro debe ser el amor
que es bueno que guarde una parte
de conquista, misterio y encuentro.