No salgo del trance de pensar tu crucifixión
Recojo tus cosas enmerdadas por la inopia
Necesito una aspirina de Vivaldi para reconciliar
mi pasado, para que el presente me autorice
el paso, resumo tu estancia en mi Vida como
una conjunción equíVoca de Marte y Júpiter.
VuelVo a la candela de la luna para refugiarme
en el Ospedale con las catarinas Voces de mis
alumnas.
Vislumbro mi desenlace en el subterráneo
de las baldosas, infecto, como corolario de un
curso de éxitos póstumos.
Deshebro las cuerdas de mi Violín porque se
torna inserVible, recurro a la fuerza del chelo
y al susurro en lontananza del pianoforte.
Maldigo tu sonrisa al bies que me empujó
a la isla de los lotófagos, al sumidero del
olVido más íntimo y brumoso del mundo.
ViVo por tu culpa encerrado en la única
celda de castigo que Miguel de Mañara
pudo reserVarme en su hospital seVillano.
LLegué tarde a ti y por ello pago
los barcos perdidos sin honra.
Finísima ironía la del destino...