Llegas
y bailas conmigo
hasta las promesas que rompes,
las que lloro contra tu pecho
y me ahogan,
las que niego con cada abrazo
porque quiero mentirme.
A veces,
la vida es más fácil cuando cierras los ojos
y sólo suspiras,
y te dices que no es cierto
aquello que sabes,
aunque que te sangre el alma
en silencio.
Una vez más decido abrazarte.
Siempre vale más un abrazo que una mentira.
Porque un corazón roto
es capaz de latir
y abrazar en cada latido.
Porque siempre,
la mentira
acaba muriendo ahogada
entre las lágrimas de un abrazo.