Tantas cosas en la mente y el sabor de la amargura por dentro,
ese que desgarra tu devastado interior con cada respiro que tu alma alcanza.
El ritmo de la naturaleza sigue su camino ajena a tu cordura, ajena a tu dulzura.
Órbitando sobre mis hombros un par de alas se escucha batir,
no te preocupes yo les diré todo lo que tu quieres oír y que lo lleven hacia a ti.
A lo lejos mirando aquel horizonte me pregunté si aún estabas aquí,
y las olas me respondieron lamentando mi soledad,
que tu mirada se había perdido en medio de aquella gran ciudad
y comprendí que te perdí.
Fue allí cuando en mi interior comenzó a llover,
mojando el papel que tenía en tu triste obra de amor.