Llueven lágrimas de lo que tu quieras,
de gozo de tristeza.
He visto llover
detrás de las cortinas
mansamente, desde
mi cálidad pereza.
He visto caer desde mi celda,
una lluvia indolente de
mis soledades ajena.
El cielo hermoso desde la tierra,
por muy fuerte que tu seas,
el cielo no se doblega.
No llueve a voluntad,
el cielo no se gobierna,
hay tierras que se anégan
y otras mueren resécas.
Es lo único que Dios
ni a pobres ni a ricos
niega, lo que los pobres del
mundo quisieran, es que
los frutos del cielo, justamente
se repartieran.