Una aguja pincha iracunda los ojos de seda,
el opio simula
hasta en los ribetes dorados del monedar,
cinco monedas han caído
debajo de un pelotón de niños
que han hurtado la ciudadanía de las calles
y los semáforos en rojo.
Su identidad no es de terrícolas.
Enjambre de abejas luníferas.
Compran la luna y su McDonald,
se rellenan los cráteres
de hamburguesas cósmicas,
saben a hierro, y a polvo y a miel artificial,
Ahí las noches trascienden con lágrimas.
No bastan cinco monedas
para torcer el hambre
y hacerla engordar,
la miel parece engañar
a tantas deseosas hormigas,
- cocidas a sus costillas, barrigas -.