No revientes viento,
no te afanes.
Hay más tiempo que días en enero,
no quieras deshacerte del polvo
que a tus inasibles alas sube
¿acaso quieres reventar nuestros pulmones?
Veinticuatro horas han sido todas para ti,
la charca donde has secado tus alientos
son simplemente hoyos de la tierra.
La floresta frunce sus ceños, te mira con enojo,
sus hojas aún verdes
postran sus nervaduras, piden clemencia.
Las secas otoñales se rinden, no tienen nada que hacer,
-ya sin voz para decir-
serán nada más “lo que tú te llevaste”.
Las guayabas, y aguacates y moringas
defienden como fieras sus flores y sus frutos
Resignándose lucen, -sin brillo clorofílico-
no segarán más que cansancio.
Yo solidario estoy con ellos.
Solo la opacidad que te acompaña
y la frescura de las manecillas del crepúsculo y las noches,
me hacen declinar y anotarte puntos a favor.