De pequeño, en la infancia llorarás por haberte caído en el césped, o porque tienes hambre, y no sabes expresarte.
Más adelante, llorarás porque tus amigos te habrán insultado, o tu profe te habrá echado la bronca.
Más tarde llorarás por haber suspendido.
Luego llorarás porque te ha dejado el novio/a, o porque tu mejor amigo/a (esos que no se olvidan) te ha fallado.
Luego llorarás, porque conseguirás, porque no puedes estudiar en lo que te gusta, pues no tienes una media suficiente.
Luego llorarás de la emoción, de haberte casado con el amor de tu vida.
Llorarás también por el nacimiento de tu hijo, ese que vivirá y llorará todo lo que tú has llorado.
Luego llorarás por la muerte de un ser querido, y te arrepentirás de no haberle amado, besado o abrazado cuando no estabas con el.
Luego llorarás, porque tendrás problemas económicos, no podrás pagar la hipoteca, etc….
Pasarán los años, y llorarás por la muerte de tu mujer/marido. Con el/la que has compartido la vida entera, lo bueno y lo malo, con el/la que has envejecido…..
Pasará el tiempo, y por un instante, a pesar de que la muerte aceche, y enfermo estés, sonreirás, dado que ya no tendrás problemas, solo verás la luz que te ciega, que te hace sonreír, hasta tu expiro.
Moraleja:
Sonríe, que los problemas no te quiten la sonrisa, no llores, sigue a delante a pesar de la lluvia, todo lo bueno viene después de la tormenta.
Aprovecha el momento, el instante, a pesar de todo.
Como dije una vez: Sonríe, que la noche tiene estrellas.