A cada momento de mi frágil existencia,
prometo a Dios estar contigo hasta la muerte
agradezco con agrado, en mi vida, tu presencia.
permitirme compartir los sinsabores de la suerte.
He de beber de tus ojos
las lágrimas que en tu dolor derrames.
Devoraré con ansias locas
tus risas, tus reacciones de alegría.
Cada palabra que de tu boca salga,
será una bendición para mi vida.
Esa tierna mirada de tus ojos,
será luz que ilumine mi sendero.
El sonido que emita tu garganta:
música angelical a mis oídos.
Todo el conjunto de tu cuerpo,
alma y espíritu, al caminar
cadencioso, simula, a mi criterio,
una armoniosa danza
sobre el paisaje celestial.