A media luz su alcoba,
relámpago de seda,
temblar de carne tibia
entre la noche negra.
Y luego sus pupilas
negrísimas e inquietas.
ventanas de aquella alma
que todo lo revelan
sabiéndose consciente
de voluntaria entrega.
Yo no sé si soñamos
o vivímos de veras;
yo no sé si ya fuimos
o seremos apenas;
Pero no se me olvida
la suave piel morena,
a media luz su alcoba
y entre la noche negra...