Alabnudi

Un cazador furtivo

Qués es más extraño?
una mujer religiosa que jamás perdona,
ó una mujer que ignora que se hace daño,
pero que aún así ruega el amor como limosna.

 

Hoy les contaré una historia,
ella lo tiene todo en cuenta,
todas sus acciones tienen trayectoria,
para ella no hay situación incierta.

 

Un buen día se enamoró,
se puso una venda en los ojos,
leyó dos poemas y se inspiró,
se entregó al fuego de sus brazos.

 

Muy poco tiempo pasó, antes de lo inevitable.
Él, un joven maestro de las pasiones,
un encantador de mujeres, un miserable,
la tomó a ella y alteró sus emociones.

 

Cuanta pasión, cuanta exposición de atenciones,
todo parte de un juego de vida,
un hombre amante de tantas mujeres,
la vuelve a ella un alma perdida.

 

La he visto llorar, he visto sus ojos enrojecer.
He sido testigo de sus ruegos y miserias,
su dignidad por los suelos, ella se dejó de querer,
la tenía sometida cuál domador de fieras.

 

Entonces ella, en su agonía fue fuerte,
tomó sus cosas y llorando cerró la puerta,
cogió el primer taxi y desapareció en un instante,
se alejó del hombre que la tenía casi muerta.

 

Hoy la veo más recuperada,
sonríe y mira con optimismo al vacío,
sabe que aunque quedó marcada,
ese hombre no la llevará más al extravío.

 

El amor es lo más maravilloso que existe,
y es nuestro motor y motivo
Pero cuando el amor sufre un trastorno fuerte,
no somos más que presa de un cazador furtivo.