Con irrisión le dieron el nombre
el soñador,
pero a su desprecio caso no lo hizo,
sus sueños eran más importantes
Su esperanza era huirse
a liberarse de la miseria,
una oportunidad a respirar la paz y el amor
en armonía con su corazón
Su constante mirada hacia el borde del océano,
los pies enterrados en la arena refrescante,
un techo rústico de astas de palmera,
su refugio de un sol despiadado
Observaba los barcos balanceados en la línea
del horizonte,
que jamás acercaron a tomarle a borde,
a llevarlo hacia sus sueños de tener hogar propio,
en un puerto de seguridad en un país sin guerra
Una imagen como un reflejo trémulo
engaño sus jóvenes ojos,
en suspensión una casa de sus añoranzas,
falacia de la mente o un regalo de su diós,
una ilusión, un espejismo o solamente un sueño
La foto por cortesía de Jérome Coppo