Miraba de lejos una alta haya
Que la buena sepa vino y desmayo,
En nubarrones de los cielos grises
Que un horizonte matan el fulgor.
Brisa de Enero que enfría los fueros
Sueño mí adorada en su ardiente amor,
Calor de un día calientan mis huesos
En mi intelecto vino y maniató.
Así vio vida de este íntimo amante
Del cielo vasto vino y consoló,
Comiendo dulce de la extraña fruta
En inexplicable canción del amor.
En la añoranza de los mil caminos
Y cuenta andanza por la que pasó,
Vinieron las mieles cortaron la huida
En las que se hallaba escrita su voz;
Olvide la mala ocasión de vida
Pétalos dulces lo sabe la flor,
Es visitada por la mil abejas
Entrega el polen sin decir un no.