Las piedras del río
dejaron de correr,
tal vez algún desvío
las hizo cambiar de parecer.
¡No puede ser, no puede ser!
dicen los incrédulos de oficio
ignoran de las piedras el artificio
de andar descalzas a placer.
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Las piedras del río
dejaron de correr,
ya del caudal bravío
nada quieren saber.
¡Qué extraño ha de ser!
dice el común de la gente,
las piedras van con la corriente
desde los tiempos de ayer.
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Hoy las piedras caminan,
dan pasos dejando huellas,
atravesando las esquinas
de distintas callejuelas
cuando la imaginación vuela
en la creatividad del artista,
con cada piedra conquista
la atención de quien observa.
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Autor: Alejandro J. Díaz Valero
Maracaibo, Venezuela