Desnudase la Musa y yo rehago mi vuelo.
La Tierra era mi horizonte,
y yo sólo he libertado la mirada de mis ojos,
al uncir la inspiración
al rastro luminoso de una estrella.
El suelo donde he sembrado mis sueños,
me ha negado la mies pretendida.
Ahora yo soy apenas alas.
Mi destino es el velludo azul oscuro
de este cielo infinito y presente.
¿El rumbo? El rumbo es la Musa desnudada,
la que se hizo estrella...
¿Puedes tú entender la voz del espacio,
cuyos secretos se revelan
sólo en el silencio del alma?
Entonces has de entender
porque yo tuve que morir
en la inspiración de mi último poema.
Sabrás que yo permanezco
tan sólo por el sueño loco
de apacentar estrellas.
La poesía se queda viva entre los astros...