Llámame sensible o llámame cobarde
Por no poder arrancar el pétalo de una flor,
Con solo imaginar su suavidad
Recorriendo mi cuerpo,
Me alcanza para suspirar un día más
Pero no así, por las noches conciliar el sueño,
Ya que el pavor a que pueda ser lastimada
Invade de desazón y angustia mi alma.
Solo rezo a mis estrellas moribundas,
Exhaustivas por cargar con el peso
De noches heladas como el invierno,
Donde las respuestas son solo vestigios que no se pueden leer,
Y las preguntas adquieren forma de desconsuelo.